IO, UNA DE LAS LUNAS DE JUPITER

Io, un satélite de Júpiter
Dos erupciones sulfurosas son visibles en la volcánica luna de Júpiter Io en esta composición de imágenes desde la sonda espacial robótica Galileo, que orbitó Júpiter desde 1995 hasta 2003.
En la parte superior de la imagen, una brillante columna se alza unos 140 kilómetros sobre la superficie de una caldera volcánica conocida como Pillan Patera. En el medio de la imagen, cerca de la línea noche-día, la columna con forma de anillo Prometeo se ve alzarse unos 75 kilómetros sobre Io mientras deja una sombra por debajo de la salida volcánica.
Nombrado así por el dios griego que le dio el fuego a los mortales, la columna Prometeo es visible en cada imagen que se ha realizado en los vuelos del Voyager en 1979, presentando la posibilidad de que esta columna hubiera estado activa durante al menos 18 años.
La forma de Io fue grabada digitalmente en 1997 desde una distancia de 600.000 kilómetros. Análisis recientes de los datos enviados por la sonda Galileo han mostrado evidencias de un océano de magma bajo la superficie de Io.
 Hace ya ocho años que la sonda Galileo se zambulló en la atmósfera de Júpiter, pero el tesoro de datos que recogió sigue revelando nuevos datos. Ahora se trata de un océano subterráneo de magma en el primer satélite de Júpiter. Ío, conocido por ser el cuerpo más activo del Sistema Solar desde el punto de vista geológico, poseería un mar de roca fundida de aproximadamente 50 kilómetros de grosor. La actividad volcánica de Ío, que es cien veces superior a la de la Tierra, se debe al calentamiento por las fuerzas de marea ejercidas por Júpiter y los demás satélites galileanos.

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